¿Qué es una lunación?
Lunación es un término que procede del latín tardío lunatio. El término alude al tiempo que acontece entre dos fases iguales de la Luna.
Las fases lunares están vinculadas a la iluminación del Sol. Cada fase se asocia a cómo se modifica la porción iluminada de la Luna según su cambio de posición respecto a nuestro planeta y al Sol.
Entre dos Lunas llenas, por ejemplo, transcurre una lunación. Este periodo equivale a 29 días, 12 horas, 45 minutos y 3 segundos: por lo general, se abrevia en 29,5 días (es decir, veintinueve días y medio).
También conocida como mes lunar sinódico, la lunación es la base de muchos calendarios antiguos. De hecho, puede afirmarse que la lunación es el origen de los meses que se consideran en la actualidad.
Cabe destacar que todas las fases de la Luna componen el ciclo lunar, que se inicia con la Luna nueva y finaliza con la Luna menguante, pasando por la Luna creciente, el Cuarto creciente, la Luna gibosa creciente, la Luna llena, la Luna gibosa menguante y el Cuarto menguante. La lunación es el tiempo que transcurre entre dos fases idénticas.
En resumen, se habla de lunación para hacer referencia a un ciclo completo de la Luna, el cual tiene nueve fases bien definidas si queremos describirlo desde el comienzo hasta el final, aunque su número de fases principales sea cuatro. Todo comienza con la antes mencionada Luna nueva, que también se conoce como Luna negra y se caracteriza por la imposibilidad de apreciarla desde la Tierra a menos que coincida con un eclipse solar total, ya que su cara iluminada es la opuesta a la que mira hacia nuestro planeta.
La segunda fase es la Luna creciente, la primera de las nueve que podemos apreciar. Tiene lugar dos días después de la anterior y se puede ver a lo largo de casi todo el día, y durante unas pocas horas de la noche. Su aspecto es similar al de un cuerno. Le sigue el cuarto creciente, cuatro días más tarde. El Sol ilumina la mitad de su cara visible, y se puede observar a lo largo de seis horas del día y otras seis de la noche. La cuarta fase de la lunación es la Luna gibosa creciente, que exhibe una forma convexa en ambos extremos, dejando atrás el corte relativamente recto de la anterior.
Llegamos a la Luna llena, cuando se puede ver un círculo completo. Dura doce horas, desde las 18 hasta las 6. Ésta da lugar a la Luna gibosa menguante, a lo largo de la cual la cara iluminada va menguando día tras día, hasta adquirir el mismo aspecto de la cuarta fase, pero espejado. La séptima fase, llamada cuarto menguante es, por su parte, la opuesta al cuarto creciente,y se puede observar a lo largo de la madrugada y de la mañana, hasta el mediodía.
La octava fase es la Luna menguante, que también se denomina Luna vieja, y solamente se puede ver en la madrugada sobre el este, antes de la salida del Sol. Por último, para completar la lunación, llega la Luna negra, para que vuelva a comenzar el ciclo.
¿Y qué tiene que ver con las plantas?
Varios estudios han demostrado que la gravedad o fuerza de atracción de la Luna y el Sol sobre la superficie de la Tierra ejerce un poder de atracción sobre todos los líquidos que se encuentran en la superficie terrestre.
Este fenómeno, además de en las aguas de los océanos (que sufren ascensos y descensos), influye también en la ascensión de la savia que circula por el interior las plantas, que es mayor cuando la Luna está más cerca de la tierra (perigeo) que cuando está en la zona más alejada de la órbita lunar (apogeo).
Además, se sabe que los movimientos de la savia son cíclicos y que durante las fases de luna creciente y luna llena son predominantemente ascendentes, mientras que durante la fase de luna menguante y luna nueva la savia se mueve más hacia abajo y se concentra en la zona de las raíces.
En la agricultura tradicional, el movimiento y concentración de la savia en una parte de la planta o en otra se tiene en cuenta a la hora de planificar labores de cultivo como la poda (que debe realizarse a «savia parada») o la siembra y cosecha de las hortícolas. En ese caso, además, esas labores no se realizarían en el mismo momento del ciclo lunar si se trata de plantas de las que se aprovecha la parte aérea (hojas, frutos, inflorescencias…) que en el caso de que sea comestible la parte subterránea (raíces, tubérculos, bulbos…).
Otro ejemplo de la influencia lunar ya demostrado es la relación entre las distintas fases y la fotosíntesis. Se sabe que, en todas las plantas, la fotosíntesis es mucho más intensa a partir de la luna creciente hacia la luna llena, donde se da el mayor incremento del proceso fotosintético; y este fenómeno es atribuido científicamente al incremento de la luz lunar sobre la Tierra.
La intensidad de la luz de la Luna es precisamente otro de los aspectos que relacionan las fases lunares con la agricultura. La luminosidad lunar puede ser favorable o desfavorable en las etapas de desarrollo de los insectos, pues existen los que se desarrollan totalmente en la oscuridad y otros a los que les favorece la luz de la Luna.